miércoles, 7 de julio de 2010

LA PESADILLA JAMÁS SOÑADA

Fue la más poderosa de las Emperatrices que jamás hayan existido. Su Imperio era tan extenso como el mundo y tan antiguo también. Todo era joven y fuerte. Ella era joven y fuerte. Se convirtió en la Emperatriz cuando fue concebida y fue concebida para reinar eternamente; sola y hermosa.
Su pueblo estaba formado por las más bellas criaturas; su corazón bizarro infundió en ellos la capacidad de sobrevivir, amando cada una de las lunas que cada noche les arropaban y siendo testigos únicos de la fertilidad de la tierra. Esa tierra que olía a belleza y a magia, que llenaba de cuentos y sueños los desvelos de los hijos de la Emperatriz.
Un día pensó que sería bueno que su pueblo conociese el resto de su heredad, así que los reunió y les habló:

“El tiempo no se detiene nunca y yo comienzo a olvidar mi juventud. Ya no puedo amamantaros a todos. Es mi deseo que dispongáis de vuestra libertad y pobléis todo el mundo; es grande y rico. Él os amamantará.
Partiréis mañana y os llevaréis mi recuerdo y mi aliento con vosotros.”

Les dio una pequeña bolsa de cuero que contenía el más precioso tesoro; un puñado de tierra del Imperio:

“Allá donde valláis esparcid un pellizco de mi alma al viento. Lo que sé y lo que soy crecerá con vuestros hijos y os protegerá de lo que aún no conocéis. Llevaos siempre vuestro comienzo con vosotros; cantad y venerad a vuestra tierra, pues sólo ella será la que mañana os recuerde y os ame para el resto de la vida.”

Se fueron. Miles se fueron. Algunos se quedaron. Sosiego. Un día volvieron. Miles volvieron. Unos pocos fueron llamados ante la Emperatriz:

“¿Me habéis recordado?” Preguntó.

“Hemos olvidado la tierra, señora.”

“¿Y… habéis esparcido mi alma al viento?”

“Hemos olvidado tu alma, señora.”

La ya antigua y gran emperatriz comenzó a ver cómo su imperio de desplomaba. Siglo tras siglo se desplomaba. Como un castillo de arena de derrumbaba. Fue saqueada en su fertilidad. Fue violada en su inocencia. Fue asesinada por sus propios hijos. Desmembrada con crueldad por manos teñidas de sangre y tierra.
Y erguida en lo alto de su orgullo malherido habló de nuevo:

“Marchó mi pueblo hacia la prosperidad y el buen destino, para perpetuarse, para crecer, para ser poderosos.
Regresó el caníbal ávido de carne, de mi carne, de mi sangre fuerte y salvaje, de mis entrañas fecundas y secretas. De mi pasado y mi futuro.
Regresó el hijo inmundo con su recuerdo de mí tan muerto y enterrado como mi presente. Con su corazón infectado de malas razones para justificar sus actos, nauseabundos y tristes.
Regresaron millones de pesadillas que jamás habían sido soñadas. Crueles y horrendas que ni Sol ni Luna conocían.
Yo creé la música con la que adornan sus cacerías; la vida y la muerte, la esperanza y la desolación y el dolor y la alegría. Yo no les regalé esa música. Me la robaron.
Esa música forma parte del alma que se llevaron en una bolsa para recordarme, la que deberían haber tenido tan cerca de sus corazones que pudieran sentir mi respiro, la que yo partí para alimentarles.
Mi voz es ronca como el ronroneo de un volcán pero también es terrible como su lamento cuando se yergue contra el cielo vomitando miedo y venganza, y así será mi voz cuando algún día el caníbal se gire, me vea y se postre ante mí. Y le diré:
¡¡¡YO SOY ÁFRICA!!! La madre del mundo. Llora ahora pues la tierra se cobrará lo que me has quitado. Llora mientras miras en qué has convertido mi presente. Llora porque ahora pagarás con tus lágrimas tu futuro. SOY ÁFRICA. Tu madre.”